19.9.13

El arte de temática narco en México "Lienzos con bala" Bernardo Gutiérrez


Así comienza el reportaje Lienzos con bala que hoy publico en La Vanguardia, Barcelona. Infelizmente, es sólo versión premium. O en quioscos o en su site de pago.




20 Cultura|
 La Vanguardia
Barcelona,  Miércoles, 28 septiembre 2011

Por BERNARDO GUTIÉRREZ

“Desde el balcón contemplo el trasiego oscuro de la ciudad. Narcos que compran ropas. Mujeres que venden dólares ilegalmente. A veces escucho tiros”. El estudio del artista Lenin Márquez, en el tercer piso de un edificio desconchado, entre las calles Juárez y Sepúlveda de Culiacán, es una atalaya perfecta. Fuera: la ciudad crujiendo la capital histórica de la cultura narco boca arriba. Dentro, lienzos a medio terminar, óleo desparramado, trastos con polvo. En el portal del edificio, una tienda de ropa falsa con unas siglas:AR-15 (rifles semiautomático popular entre los narco- traficantes). “¿Cómo no voy a incluir la temática narco en mi obra, si la veo desde mi estudio? Pinto violencia para espantar la muerte, para que no me pase a mí”, asegura Lenin con voz meditabunda.

En sus lienzos, Lenin retrata no sólo cadáveres, sino la escena del crimen. Botellas, fotógrafos, policía. Las imágenes habituales de la prensa de Culiacán, transportadas a un cuadro. En algunas, figuran provocativas modelos guiñando un ojo. En otras, como en la serie Paisajes, apenas aparecen muertos con bosques de fondo.
 ¿Por qué cadáveres? ¿Por qué hacer arte de la violencia? ¿Moda? ¿Tendencia inocua o amoral? Lenin, casi ofendido, se desvincula de la etiqueta de narcoartista. Y defiende la autenticidad de su obra. Habla de Culiacán, la ciudad que inspiró La reina del sur, de Pérez-Reverte. La urbe donde nacieron los principales cárteles de droga de México. La narco ciudad por excelencia. “Es una forma de investigar –afirma Lenin– en las causas de la violencia. Una forma de registrar una realidad. No es pose, no pinto porque esté de moda, lo hago desde hace mucho tiempo”. Su fórmula le ha reportado un creciente prestigio: ha expuesto en el festival Burning Man (EE.UU.) o en el Museo de Arte Moderno de Ciudad de México.

Muertos que son arte

Si hubiese que señalar a una artista precursora en el arte de temática narco esa es Teresa Margolles. En 1990, Margolles (Culiacán, 1963) fundó el colectivo Semefo (Servicio Médico Forense), junto a otros tres artistas. Desde entonces, la morgue se convirtió en su principal estudio creativo. Su primera muestra recopilaba vinilos con fragmentos de diarios con sucesos de asesinatos cometidos por narcos en Culiacán. Poco apoco, fue atravesando el límite de la legalidad/moralidad. Teresa usó el agua con la que se limpian los cadáveres para sus obras. En Pintura de sangre sumergió los lienzos en un charco de sangre producido tras un ajuste de cuentas. En 21 fabricó joyas con cristales y metal procedentes de tiroteos en Culiacán. A pesar de que sus obras se han expuesto en bienales como la de Venecia, Margolles prefiere no mostrar mucho la cara. Vive escondida. Recopilando material. Investigando. Cuando Cultura/s intentó entrevistarla fue imposible. “Está en algún lugar de la frontera de México. No le gusta aparecer”, aseguró Rafael Burillo, de la galería Salvador Díaz, su representante en España. ¿Qué mueve a Teresa? ¿Por qué cadáveres, sangre, muerte? Hace dos años, hizo una declaración al respecto: “Trabajo sobre cuerpos sin vida, con lo que está en decadencia, y siempre lo hago empezando con la misma pregunta: ¿Cuánto es capaz de experimentar un cadáver?”.

 ‘Bella y torcida’

 ¿Doce cabezas ensangrentadas sobre una mesa, entre fruta, un cuchillo y una pistola en un cuadro? En La última cena mexicana, Gustavo Monroy colocó su propia cabeza junto a la de sus amigos en el epicentro del debate en torno al narcoarte. El cuadro fue uno de los más polémicos de la muestra colectiva Bella y torcida, que el año pasado ocupó el Museo de Arte Moderno de Ciudad de México. La exposición incluía obras de Gustavo Monroy, del mencionado Lenin Márquez, de Omar Rodríguez Graham o de Ricardo Delgado Herbert. Bella y torcida escandalizó a críticos como Avelina Lésper, que llegó a acusar a los artistas de propagandistas de lo narco: “No es denuncia, es oportunismo, apología”. Gustavo Monroy explicó a Cultura/s que no tiene nada que ver con el narcoarte: “Pinto lo que siento. Registro mi época, el tiempo que me toca vivir. ¡Mi madre se ha salvado de dos tiroteos en la frontera! Mi obra tiene que ver con mi vivencia en la frontera y mi realidad actual”. Curiosamente, los principales artistas del narcoarte  
–etiqueta o estilo- son oriundos de ciudades flageladas por el narcotráfico y la violencia. Gustavo Monroy es natural del estado de Sonora (frontera con Arizona). Ricardo Delgado Herbert (“me considero una consecuencia de una decadencia que sucede en mi país”, afirma) nació en el estado de Tamaulipas, uno de los más violentos. Lenin Márquez y Teresa Márquez son de Sinaloa, la cuna narco. Pintan su realidad. Crean sobre ella.

 El escritor Leónidas Alfaro, autor de algunos libros de temática narco como Tierra blanca, considera la temática de la violencia algo natural: “Me parece una reacción lógica, es el tema que ahora nos tiene atrapados por sus horrendas incursiones”. ¿Qué hay de extraño en que Rosi Robles exhiba a supuestas personas acribilladas cubiertas  con mantas llenas de sangre, si esas imágenes se repiten todos los días en su ciudad, Culiacán? ¿Y porqué hay que considerar exótico que Mr. Lakra, un tatuador artista de Ciudad de México, revista de la estética de la masacre a muñecas o imágenes del mundo pijo?

Quizá sea el fotógrafo Fernando Brito, que trabaja en un diario de Culiacán, quien mejor encarne este salto de la cruda realidad al arte.
Cansado de fotografiar cadáveres, sucesos policiales, decidió cambiar el ángulo. Empezó en el 2005 a retratar cadáveres sin gente, sin policía, sin sangre. Con paisajes de fondo. Hierba. Atardeceres. Su trabajo ha cuajado en una serie, Tus pasos se perdieron en el paisaje, expuesta en la galería digital Zone Zero, un impresionante mosaico de muertes con una belleza poética conmovedora, premiada en la última edición del World Press Photo. “Trato de darle un rumbo a la opinión de la gente, causar una tristeza, un poco de conciencia al provocar melancolía por un ser humano. La violencia no es normal y ese cadáver puede ser cualquiera. Se trata de no juzgar. Todo el mundo cree que un asesinado es culpable”, matiza Fernando Brito.

31.7.13

Revista Faro de oriente 09 - Antología plástica de un México baleado ¿El narco devorando a la cultura?






Antología plástica de un México baleado
¿El  narco  devorando  a  la  cultura?
TXT: Wilfrido Espinosa Álvarez IMG: Cortesía Imuris Ramos


http://conexionrock.mx/bitacora/b15web.pdf



En diciembre de 2006, Felipe Calderón Hinojosa llegó a la Presidencia de la República Mexicana en una de las elecciones más cuestionadas y controvertidas en la historia reciente del país. De acuerdo con varios líderes de opinión y distintos medios de comunicación masiva, desde su arribo a Los Pinos, Calderón buscó imprimir de legitimidad a su gobierno —por muchos denominado como espurio, fraudulento, e ilegal— mediante una campaña de combate al narcotráfico y al crimen organizado, que al cierre de su sexenio ha cobrado casi cien mil vidas en todo el país.

Pero los mexicanos hemos sido testigos de un incremento considerable en la circulación de imágenes relacionadas con el narcotráfico y el crimen organizado. En todos los ámbitos, en todos los tonos —sarcástico, paródico, de duelo—, las imágenes se han sucedido vertiginosamente dentro y fuera del país en casi todos los soportes mediáticos: revistas, periódicos, panfletos, volantes, video, cine, televisión, Internet y redes sociales.

Resultado de toda esta vorágine de violencia e imágenes, los artistas plásticos no han permanecido indiferentes; durante los últimos años han aparecido en la escena pública varias piezas relacionadas con el tema. Por ejemplo, el año 2007, la artista Rosa María Barajas presentó en Culiacán, Sinaloa, en el marco de la exposición Navajas, la instalación denominada Alfombra roja. Pieza en la que utilizó cobijas y mantas teñidas con la sangre de las víctimas de sicarios para hacer una fuerte crítica y un contundente cuestionamiento social.

Otro ejemplo es la obra del pintor zacatecano Imuris Aram Ramos, que en marzo de 2010 presentó, en la sala de la Ciudadela del Arte de Zacatecas, la exposición denominada Representación analítica de una identidad colectiva, muestra la violencia y el crimen organizado y su impacto social, exhibe tiroteos, cuernos de chivo; obispos, sicarios, policías, mujeres y niños en escenas relacionadas con el narcotráfico.

Ejemplo adicional, y ya emblemático por su presencia en medios, es la pieza del artista Gustavo Monroy, La Última Cena Mexicana. Neobodegón al óleo de gran formato que presenta trece cabezas recién cercenadas (Monroy y doce amigos) sobre una mesa con mantel blanco, reflejo de la violencia que nos desborda, y que se exhibió en el Museo de Arte Moderno en marzo de 2010, en el marco de la muestra Terca & Bella: nueve argumentos sobre la pintura. De acuerdo con un testimonio de Monroy recuperado del periódico La Jornada, la pieza “Pretende ser una metáfora de nuestro tiempo, una crónica de los días amargos y violentos que se viven en el país”.

“Ejecutados, decapitados, torturados, secuestrados...las referencias al infierno que atizó la guerra de Felipe Calderón contra el narcotráfico son una constante en las 47 obras de la muestra titula (No) Culpable, una de las exposiciones más provocativas que hayan tenido lugar en Holanda con la violencia mexicana como tema”, publicó la revista Proceso en su entrega del 10 de octubre de 2010 en relación con el trabajo pictórico que la artista mexicana radicada en Holanda, Marisa Polin, presentó en ese país entre septiembre y octubre de 2010 en el centro cultural World Art Delft (Wad).

“Una típica pistola de sicario con la imagen de una virgen incrustada en la cacha (Bendita); un sujeto atado de manos que parece recién arrojado de un automóvil en marcha (Yo no fui); un militar que arresta a un posible narcotraficante que intenta ocultar su identidad (Los Carnales)”, son, entre otras, algunas de las piezas que Polín ofrece en esta muestra pictórica.

De acuerdo con el sitio web de la localidad de Delf, “En su serie (No) Culpable, Polín se refiere a la forma en que en México el crimen es presentado en los periódicos. Hay criminales que son sentenciados antes de que sean juzgados y crímenes que son puestos en escena como si se tratara de una obra de teatro. Marisa busca el corazón del crimen y cómo lo interpretan los actores, culpables o no”.

Los ejemplos hasta aquí enunciados, además de ilustrativos, recuperan el ánimo actual de muchos artistas mexicanos ante la escala de violencia que impera en el país, así como una pieza que el escritor Juan Villoro utilizó para titular su crónica La alfombra roja. El imperio del narcoterrorismo, publicada el 1 de febrero de 2009 en el periódico de Catalunya, y que le valió el Premio Internacional de Periodismo Rey de España en el apartado Iberoamericano el año 2010.

En dicho ensayo, Villoro, afirma que existe una “nueva simbología dominante” en México (“En esta guerra incruenta contra el narcotráfico —sostiene; el Estado mexicano no sólo está perdiendo en el terreno judicial y militar, sino también está fracasando en la batalla cultural”), y enumera algunos ejemplos para sustentar su afirmación: en lo concerniente a música, cita los narcocorridos y los shows de grupos y cantantes en fiestas de capos; en la literatura, las novelas de Javier Pérez Reverte y Elmer Mendoza; en el cine, las películas de El crimen del padre Amaro, Amar a morir, Rudo y Cursi y Tráfico; en la religión, menciona a Malverde, la Santa Muerte y las narcolimosnas, como nuevos símbolos, y en las artes plásticas, la ya citada obra de Rosa María Barajas.

Sin embargo, una vez analizado el argumento central de la crónica de Villoro, cabe cuestionarse si, efectivamente, como señala el periodista, en el campo de la plástica mexicana actual —y en el país— se está configurando una nueva “simbología dominante” frente a la gramática del espanto manifiesta a partir de la guerra contra el narcotráfico, o es ésta sólo una afirmación sin el suficiente sustento, como sucede comúnmente en el periodismo. Pues, si bien es cierto —como señala el escritor— en años recientes ha habido un incremento considerable en las imágenes y piezas artísticas relacionadas con el narco, ello no implica y/o significa que estemos asistiendo a una nueva simbología dominante, pues estos temas (el narco y el crimen organizado) desde hace décadas han estado presentes en la cultura iconográfica nacional (y en el arte).

De acuerdo con un artículo de Eva Sáiz, colaboradora del periódico El País, denominado Narcoarte: la evidencia de un mal a punta de brochazos, y que apareció publicado el 28 de agosto de 2010, efectivamente, hoy en día el campo del arte mexicano está infestado de imágenes y obras relacionadas con la violencia y el narcotráfico, que muchos periodistas se han empeñado en denominar narcoarte; sin embargo, muchas de estas piezas, son obras de artistas que desde hace años venían realizando ese tipo de prácticas; es decir, no se trata de un rasgo nuevo en la cultura nacional ni en el arte, ya que desde principios del siglo XX —con los muralistas y luego con las escuelas al aire libre, por ejemplo— las artistas siempre han buscado cuestionar, encarar e incidir en la convulsionada realidad económica, político y social mexicana.

En ese sentido, los temas de violencia, narcotráfico y crimen organizado de la obra plástica actual son sólo reflejo de una coyuntura socio-histórica más del país, pero no por ello podemos asumir que exista un narcoarte mexicano y que estemos asistiendo a una reconfiguración simbólica, expresó; y cita algunos creadores que —desde antes de la declaratoria de guerra de Felipe Calderón contra el narco—, venían trabajando esos temas, como son Teresa Margolles, Ricardo Delgado Herbert y Emiliano Gironella.

Como señala Eva Sáiz, Teresa Margolles es una artista que desde principios de los noventas —con el colectivo SEMEFO— se caracterizó por trabajar el arte funerario y necrófilo, por ello, no ha quedado exenta de hacer algún comentario:
En 2004, —dos años antes de la declaratoria de guerra contra el narco por Felipe Calderón—, Margolles realizó una intervención en el marco de la exposición Narcochic/ Narcochoc, en el museo de Artes Modestes de Sètes (al sureste de Francia). La pieza consistió en presentar una serie de tarjetas para cortar cocaína con representaciones de cadáveres muertos por sobredosis. Un trabajo que ponía sobre la mesa el tema del narco y las posibles consecuencias del uso indiscriminado de drogas.

De creación más reciente es Frontera, exposición que Margolles presentó en el Museo de Bolzaibo en agosto de 2011, y que muestra los muros que la artista reconstruyó — piedra por piedra—, y que fueron testigos de ejecuciones ligadas al narco.

Ricardo Delgado Herbert, creador del denominado “arte huerco”, quien desde mediados de los noventa trabaja la temática del narco, es otro ejemplo que Sáiz cita para evidenciar que, previo a la declaratoria de guerra de Calderón, en México ya había artistas interesados en el tema. Herbert, apunta, se graduó en 1996 en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado con la tesis “La manifestación huercoartística del pintor tamaulipeco”, al que le siguió su trabajo de posgrado, “La narcocultura y su valor estético”.

El último, y más reciente ejemplo al que recurre la periodista es la exposición México al filo, de Emiliano Gironella, inaugurada en enero de 2011 en la Universidad Iberoamericana de la capital mexicana, y donde el artista aborda “la crueldad del narcotráfico”: decapitados, manos empuñando pistolas y cabezas inhalando cocaína son algunas de las imágenes que el autor recrea. “México es un país sin cabeza”, afirma el artista en una nota de Informe 21; a lo que agrega: “por ello, me interesa hacer los decapitados porque es la expresión más fuerte de la violencia del narcotráfico. Cuando alguien decapita el mensaje es ‘te capito’, así como puede decapitar a otros cárteles, a las instituciones o al país”
En el ámbito cuantitativo, bien se podría continuar con una extensa lista de autores y piezas que en los últimos años han aparecido en la escena artística mexicana, para demostrar que asistimos a una nueva simbología dominante en el país. Sin embargo, una simple antología de autores y piezas es insuficiente para sostener tal argumento, y mucho menos para comprender las causas que han originado dicho fenómeno en México. Sin embargo, es importante resaltar que estos hallazgos posibilitan la problematización de un fenómeno sociocultural y económico que hoy en día se gesta en el país, y que resulta fundamental y urgente repensar; los mexicanos tenemos esa asignatura pendiente, y no la podemos aplazar.

11.5.13

El cuerpo diferente: Si yo, me volviera mi pintura "Arte Huerco" con Guillermo Gómez-Peña

"El cuerpo diferente: Jam performance y electrónica Gómez-Peña, gal*in_dog y flota", Pocha Nostra. Ex Teresa Arte Actual. XV Muestra Internacional de Performance. México D.F. 2012 Foto: Norma Patiño Navarro “El Cuerpo Diferente,” La Pocha Nostra’s ‘extreme fashion show’ against normative notions of physical beauty. Photographer: Norma Patiño. Place: Ex-Teresa Arte Alternativo, Mexico City. Imágen de archivo.


Guillermo Gómez-Peña y La Pocha Nostra reinciden con el performance en el DF
"Celebremos otras formas de belleza en contra de las que impone la televisión"
 http://www.jornada.unam.mx/2012/11/14/cultura/a05n1cul

Ana Mónica Rodríguez 




*México deambula entre la obesidad demonizada y la cirugía plástica de Televisa, dice a La Jornada

*Seres voluptuosos y estrambóticos realizarán pasarela extremaen Ex Teresa Arte Actual, adelanta








Periódico La Jornada
Miércoles 14 de noviembre de 2012, p. 5

El chicano y trashumante Guillermo Gómez-Peña y la tropa del performance La Pocha Nostra regresan a la ciudad de México con un fashion show extremo, que se presentará con una pasarela pensada ex profeso para el Ex Teresa Arte Actual, recinto donde desfilarán cuerpos voluptuosos, delicados, retorcidos, minúsculos, gigantes, robóticos y estrambóticos.

La propuesta titulada El cuerpo diferente: jam de performance y electrónica es una celebración de los otros otros, explica en entrevista Gómez-Peña, quien participará con el colectivo artístico en este proyecto, el cual, subraya, es un comentario irónico sobre la idealización del cuerpo humano en la televisión y las revistas de celebridades.




La presentación de La Pocha Nostra se realizará la noche del 23 de noviembre, en el contexto del homenaje a Melquíades Herrera, en la edición 15 del Festival de Performance La Última Carcajada.
“Esta presentación –explica Gómez-Peña– es un comentario ácido sobre la desconexión total que existe entre la ‘realidad’ que nos presentan (cuerpos ficticios, intervenidos quirúrgicamente, cabellos teñidos y chichis biónicas) contrastada con la realidad del verdadero cuerpo del mexicano promedio, o sea, la mayoría de nosotros, nuestros parientes y amigos. Somos cachondos, pero feos. Estamos aquí presentes, dispuestos, locotes.”



Antihéroes de la cultura global


Guillermo Gómez-Peña y Ricardo Delgado Herbert.

–¿Cómo plantea la idea del fashion show extremo?

–Queremos escenificar un recital performático en forma de fashion show para cuerpos diferentes en pasarela, con música electrónica compuesta in situ y coreografía radical. Se trata de algo loquérrimo, para cuerpos voluptuosos, delicados, retorcidos, minúsculos, gigantes, robóticos y estrambóticos.
Foto: Norma Patiño / Ex Teresa Arte Actual











“La neta, somos un chingo representados por muy pocos. Deseamos celebrar otras formas de belleza en contra de la normatividad de Televisa y TV Azteca; en contra de la telenovela y de Facebook.
El artista y escritor posnacional, agrega: “Invitamos al público a que nos caiga con sus atuendos fashionistas muy locochones para incorporarlos a la pasarela, sólo tienen que estar dispuestos a encuerarse”.

Esta ruptura con los estereotipos en torno a la estética del cuerpo y los estándares de la belleza, manifiesta el líder de La Pocha Nostra, se debe a que México deambula entre la obesidad demonizada y la cirugía plástica de Televisa; entre la realidad y la ciencia ficción.

En ese contexto, prosigue, “los performeros nacionales y extranjeros queremos reírnos de todo: del pinche PRI y el narco; de Obama y su patética política migratoria; de Peña Nieto y su celebridad; queremos reírnos del descarrilamiento de la economía global, así como de la cultura popular in extremis; además, somos sentimentales, porque queremos despedir a Carlitos Jaurena, director del Ex Teresa Arte Actual, que se nos va”.

Ex Teresa Arte Actual
–La Pocha Nostra se atreve a hacer lo que nadie y este es un aspecto en el que persiste.

–El artista articula en voz alta las preguntas incómodas que nadie quiere hacer. Nos gusta meter el dedo en la llaga de la sique colectiva; hacer patente lo incómodo, lo jodido, lo incorrecto. No tenemos otra opción. Es nuestra manda y penitencia. Somos los antihéroes de la cultura global.

–En qué punto están los artistas performáticos y esta disciplina artística, ¿significa que se han abierto más espacios o creado mayores audiencias?

–En el mapa de la cultura global, los performanceros deseamos generar ‘zonas autonómicas’ de conducta extrema; buscamos espacios creativos sin censura, moteles de paso entre géneros y países, antros de perdiciones y encuentros, think tanks para outsiders y renegados estéticos; centros de reuniones espontáneas para artistas incomprensibles e intelectuales no alineados a las mafias monodisciplinarias.

Esto es, enfatiza, “nos gusta convocar a las bandas de ‘raritos; a los neo-retro-ultra, posmo esto y aquello; a los porno-académicos altéricos y sus equivalentes internacionales; o sea, a la mera ‘mata’ del under”.

De hecho, “los espacios del performance cada vez son más amplios y populistas; abarcan desde el gran museo hasta la calle y, claro, los espacios intermedios, fronterizos, los que nos hacen sentir at home”.


Ex Teresa Arte Actual
La Pocha Nostra, integrada por artistas de México, Estados Unidos, Canadá, Brasil y Colombia, entre otros países, se ha convertido en “la tropa de performance radical latinoamericana más influyente en los 10 años recientes”.

Sintetiza: “El colectivo es un ejercicio constante, un jam de arte vivo, una exploración de cuerpos, fronteras y rupturas. Somos coyotes y diplomáticos… sin cartera”.

Además del performance, explica Gómez-Peña, habrá otras actividades junto con el chicandiense Saúl García López, así como la participación del compositor electrónico Guillermo gal*in_dog, la coreógrafa neoyorquina Alyssa Lee-Wilmot y la performera mexico-estadunidense Violeta Luna.
También tendremos al diseñador de modas Alessandro Alviani, a Alfredo Salomón, quien amenaza con videograbar la gran aventura y a la súper fotógrafa erótica Norma Patiño.

Sobre Melquíades Herrera, a quien se rinde tributo en el festival, Gómez-Peña admite: Nos enseñó a reírnos de nosotros mismos. Melquíades murió en la pobreza y la incomprensión. Somos ya tres generaciones de chilangos y chicanos que le debemos mucho al maestro, El Santo Patrón de los Merolicos Conceptuales.

Habrá varias actividades, como conferencias (ayer se dictó una en la UAM Azcapotzalco) y talleres que hoy comienzan en esa universidad y culminarán con la presentación de carácter épico en el Ex Teresa Arte Actual (Lic. Verdad 8, Centro Histórico), el día 23 a las 20 horas.

Ex Teresa Arte Actual 

La Pocha Nostra en el DF. ¿Performance activista, fashion show o posmo/debraye?

Mano a mano de performance y música electrónica en forma de 'fashion show' para cuerpos diferentes, desnudos en pasarela, con música electrónica compuesta in situ. Se trata de un 'fashion' sensual y muy politizado, para cuerpos voluptuosos, estrambóticos, delicados, retorcidos, peludos, minúsculos, gigantes, tatuados, morenos, jovencitos y tambien de edad. El performance es una sátira de la desconexión total que existe entre la 'realidad' que se nos presentan los medios (cuerpos ficticios, intervenidos quirúrgicamente, cabellos teñidos y chichis biónicas) contrastada con la realidad del verdadero cuerpo del Mexicano promedio; o sea, la mayoría de nosotros.

*Evento: "El Cuerpo Diferente: Jam de Performance y Electrónica”
*Autores: Guillermo Gómez-Peña, Guillermo gal*in_dog y La Pocha Nostra (Saúl García López, Violeta Luna, Gerardo Juárez y Nayla Altamirano)
*Espacio: Ex Teresa Arte Actual. Licenciado Verdad #8 Col. Centro Histórico, DF. Tel. 55222721 y 55229093. Metro Estación Zócalo.
*Ocasión: V Muestra Internacional de Performance: “El sonido de la última carcajada.”
*Fecha del performance: Viernes 23 de Noviembre del 2012. 20:00 hrs. Cupo limitado
Participan: Artistas de varios países y estados de la República Mexicana incluyendo a: Galia González Rosas, Lothar Müller, Miguel Pérez, Miss Pinina Flandes, Orgy, La Bala, Mónica Casanova, Jerry Shaw, Othon Hernández, Mia, Karen Reyes, Ricardo Delgado Herbert, Jorge Gutiérrez Salazar, Lucero Velasco, Ramón Ramírez Mamadora y Leche de virgen Trimegisto.

Invitados especiales: Jorge Fernández (batería), Itsam Cano (contrabajo), La Niña Yared (performancera), Alessandro Alviani (diseñador), Alfredo Salomón (videoasta), Alejandra Alarcón (artista visual), David Gremard Romero (artista textil), Norma Patiño (fotógrafa), Amsel, Blak Kat y Campanita (artistas de vestuario) .