27.4.15

La Pasión Según Arte Huerco, por Carlos Guevara y Jhonatan Amador en Código Radio.



El Director del Centro Nacional de Investigación, documentación e información de las artes plásticas Carlos Guevara, habla sobre la exposición La Pasión según Arte Huerco, presentada en el metro Copilco de la ciudad de México en su programa Visibilidades-el juego del arte, transmitido en Código Radio.
 Conduce Jhonatan Amador.
 14 de abril 2015


8.4.15

Panorámica de la exposición en el Metro Copilco































Delgado Herbert lleva al metro pasión del mexicano por Nestor Alberto Ramirez Vega







DELGADO HERBERT LLEVA AL METRO PASIÓN DEL MEXICANO

Linterna Informativa / @NestorRV

Ricardo Delgado Herbert viste colores oscuros, pero su sonrisa blanca se dibuja mientras revisa que todo esté en orden para inaugurar La pasión según arte huerco, su cuarta exposición que estará hasta finales de mayo 2015.
Las vitrinas de metro Copilco muestran 2/3 de una serie que refleja los pesares del mexicano. Óleo y diamantina son los elementos principales con lo que están hechas estas obras en donde el espectador lucha con una parodia de la realidad donde la misma piel parece sangre rostizada por los demonios que están entre las pinturas.

– ¿Por qué La pasión según arte huerco?
Fue una serie que empecé a trabajar entre 2010 y 2011. En ella busqué reflejar la crisis que estaba sucediendo en el México contemporáneo. La pasión según arte huerco se divide en tres, cada una habla toda la pasión, muerte y resurrección.
Fue una necedad por mostrar qué sucedería si a los ciudadanos nos pasara esta situación crítica no sólo en las calles del DF, sino en las de Tamaulipas, Michoacán o cualquier zona del país; qué le pasaría a ese ciudadano de a pie que tiene que ir cargando con esa encomienda, con esa crucifixión, día con día, que no saben si van a llegar nuevamente a su hogar.
Todas esas dudas me llevaron a la conclusión de concretarlo y realizar la pasión de Cristo, pero no desde la visión del nazareno, sino la del ciudadano. Ese nazareno puede ser un campesino, un soldado o una mujer llevando a sus hijos a la escuela. Todos estos elementos se fueron desarrollando para que así naciera.

– ¿En esta exposición sólo se presenta la II y la III?
Sí, porque la primera se fue, me la compró un coleccionista en Miami y espero que podamos juntas las tres algún día.

– Uno como espectador llega y no encuentra el principio…
Sí, pues esa primera parte es como una introducción; la segunda hablo como de la misma sociedad que entra en el Apocalipsis, y la tercera son las vírgenes que se rebelan. Por ejemplo, una virgen que se baja de la cruz para madrear al espectador. Es una especie de confrontación con la gente, porque al final los cuadros son un espejo de la realidad y tienen que zangolotear al espectador.
El enfoque hacia la mujer es retomar esa valentía. Creo que el hombre, como sexo masculino, ha llegado a un estado de decadencia, por lo que la otra parte, la sensibilidad del lado femenino, tiene que emerger, pero con convicciones, con esa valoración de los actos y una actitud valiente, pero con esa sensibilidad que tenemos que retomar.
Hasta los mismos animales pueden ser más sensibles que los seres humanos. Los mismos ciudadanos que estamos, no sólo en esta zona de América, porque en todas partes se refiere a la violencia. Vemos por ejemplo la pasión, pero obviamente en vez de estar el hijo (el nazareno) en los brazos de la virgen, pongo un animal, un perro que puede ser más sensible que el hombre.

– Como bien dices los que portan armas son hombres y las mujeres son vírgenes y hay otras que están como narcotraficantes, como la que se está masturbando…
Sí, es la misma sociedad que llega al grado donde el pudor ni ya la intimidad existen. Realmente nos interesa buscar el placer en sí mismo, por nosotros mismos. No nos interesa involucrarnos. Ese es un cuadro metafórico. El placer ya no es colectivo, ya no es ir con tus amigos, vecinos o tus paisanos y hacer algo más en conjunto, y sí es más esa individualidad. Esa masturbación, ese placer, ese efectismo que digo. No me estoy poniendo sexista o haciendo una crítica hacia ese acto que hace la mujer, pero es la metáfora.

– Una fuerte es donde aparecen los ladrones de cuello blanco, los narcotraficantes y a Jesús Malverde, así como políticos con un sombrero papal.
Sí, vemos toda la corrupción que está surgiendo. La decadencia no sólo cae en la sociedad civil, sino también en las instituciones. Es precisamente la celebración del becerro de oro, sólo que en vez de ponerlo yo coloco un busto de un Malverde. Hago esas parodias visuales  para que el espectador comprenda, lo enfoque de otra manera y llegue a esas conclusiones. Si no los cuadros caerían en una acción panfletaria, y no, que caigan en ese juego de pensamiento, de elaboración, que nos ayude a decirnos, ¿caramba, somos esos personajes que estamos creando?

– Vemos en la pintura de la ascensión un ente andrógino
Exacto, no hay forma. Realmente la resurrección de la realidad misma, de nuestra paz que debemos tener, no tiene sexo, no tiene forma. Por eso tú lo vas a buscar y no lo encontrarás, más que un perrito, una mujer, un hombre, una persona genuflexa o un soldado. No sabemos por dónde pueda llegar, pero yo creo que dentro de cada ciudadano puede existir ese cambio.

La Pasión según Arte Huerco - Carlos Velázquez


LA PASIÓN SEGÚN ARTE HUERCO


3-parte 3
By Carlos Velázquez on abril 7. 2015

La guerra contra las drogas es el relato por excelencia del siglo xxi. Desde el western hasta la novela negra, el personaje del bandido ha ejercido una morbosa fascinación en el inconsciente colectivo. El oficio de bandolero mutó a tal grado hasta convertirse en contrabandista. Que devino en narcotraficante. Y precisamente de la narrativa del narcotráfico se desprendió ésta, una de las figuras más emblemáticas de la cultura de la violencia: el capo. Un ser configurado a base de mitos, a quien incluso se le atribuyen poderes sobrenaturales que le permiten escapar de la justicia. A menudo asociado con la figura de Robin Hood, cuenta con la simpatía del pueblo, al ver realizadas a través de él las ansias de poder y riqueza de las clases oprimidas. Pero también vilipendiado por encarnar la representación del mal más sofisticada de nuestro país.
A partir del capo y su relación con el mundo, el pintor tamaulipeco Ricardo Delgado Herbert ha conformado una estética posnorteña del sicariato. Su plástica es el manifiesto revisited de la nota roja. Su vertiente pareciera convocar el relato no oficial de los hombres de acción. Pero en esta aparente apología se encuentra focalizada una crítica social hacia la tradición que nos otorga identidad: la narcocultura. La obra de Delgado Herbert esgrime tal estridencia que enfrentarla simboliza el acto mismo de sostener por primera vez una pistola. Las pinturas de Delgado Herbert encañonan. La estridencia viene emparejada por una atracción imposible de eludir. Son un producto difícil de clasificar. Un revoltijo de elementos kitsch, pop, camp, y de una búsqueda personal, síntesis que crea la denominación de origen: arte huerco.
En el terreno de la plástica contemporánea Delgado Herbert es el pionero en abordar la violencia sin miramientos. La incorporación de brillantina en sus cuadros es una declaración de principios contra lo políticamente correcto. La brillantina funge como símbolo de lo ostentoso que acompaña a las vidas al margen de la ley. La violencia en Delgado Herbert nunca es sugerida, a diferencia de otros artistas que al observar un tsunami se echan a correr, él da un paso al frente. En un país con más de cien mil asesinados por la lucha contra el narco las sutilezas en torno a la muerte son estériles. La guerra contra las drogas nos imposibilitó para interesarnos por otras historias. La narrativa del poder es la nueva sagrada escritura.
Al convertirse la droga en nuestro primordial conflicto ontológico, el paso natural de Delgado Herbert era explorar el tema que más ha embriagado a nuestra instrucción católica: “La Pasión”. El pasón ideológico primigenio: la crucifixión de Cristo. El tránsito hacia el monte calvario protagonizado por el hijo de Dios es el mismo que sufre México desde que el narco se apoderara del país. Posmo hasta lo óseo, Delgado Herbert desmonta nuestra realidad y la clava en una cruz de simbología. Una serie de imágenes que incomodan. Porque son la traslación fiel al óleo del estado de narcosis que padecemos. El realismo alterado. Que le ha dado un carpetazo al “In god we trust”. Para establecer que el nuevo Dios es el narco. Y el dólar su vehículo.
La pintura alterada de Delgado Herbert, tuneada a base de brillantina, establece lapidaria que los héroes que este país produce provienen del revanchismo de clase. En La pasión los guachos son los romanos. Con el agravante de que el ejército trabaja para el narco. María, Dimas, Gestas, el gobierno, Delgado Herbert, todos trabajan para el narco. El asunto de la droga es una maquinaría indestructible. Ni la religión como concepto puede aspirar a suplantar a la narcocultura como sistema de creencias en el presente. Pero cuando la fe y la narcocultura se aparean nace el fenómeno arte huerco. Que tunea los nuevos valores de identidad. La fe ahora se deposita en los cuernos de chivo. Y la Semana Santa es la eterna disputa sicarios vs el gobierno.
El capo es el nuevo santo. Al que se le reza en vano. Porque el equilibro es inaccesible. Porque su único milagro es la muerte. El arte huerco engloba todas esas errancias. Su plástica pone a taconear a México sobre las tumbas. Las sagradas escrituras ahora se redactan a fuego y plomo. El que a narcocultura mata a narcocultura fenece. En retablos de arte huerco.
Y con Ricardo Delgado Herbert como evangelista apócrifo.

La pasión según Arte Huerco se exhibirá en la estación de metro Copilco durante los meses de abril y mayo.