8.4.15

La Pasión según Arte Huerco - Carlos Velázquez


LA PASIÓN SEGÚN ARTE HUERCO


3-parte 3
By Carlos Velázquez on abril 7. 2015

La guerra contra las drogas es el relato por excelencia del siglo xxi. Desde el western hasta la novela negra, el personaje del bandido ha ejercido una morbosa fascinación en el inconsciente colectivo. El oficio de bandolero mutó a tal grado hasta convertirse en contrabandista. Que devino en narcotraficante. Y precisamente de la narrativa del narcotráfico se desprendió ésta, una de las figuras más emblemáticas de la cultura de la violencia: el capo. Un ser configurado a base de mitos, a quien incluso se le atribuyen poderes sobrenaturales que le permiten escapar de la justicia. A menudo asociado con la figura de Robin Hood, cuenta con la simpatía del pueblo, al ver realizadas a través de él las ansias de poder y riqueza de las clases oprimidas. Pero también vilipendiado por encarnar la representación del mal más sofisticada de nuestro país.
A partir del capo y su relación con el mundo, el pintor tamaulipeco Ricardo Delgado Herbert ha conformado una estética posnorteña del sicariato. Su plástica es el manifiesto revisited de la nota roja. Su vertiente pareciera convocar el relato no oficial de los hombres de acción. Pero en esta aparente apología se encuentra focalizada una crítica social hacia la tradición que nos otorga identidad: la narcocultura. La obra de Delgado Herbert esgrime tal estridencia que enfrentarla simboliza el acto mismo de sostener por primera vez una pistola. Las pinturas de Delgado Herbert encañonan. La estridencia viene emparejada por una atracción imposible de eludir. Son un producto difícil de clasificar. Un revoltijo de elementos kitsch, pop, camp, y de una búsqueda personal, síntesis que crea la denominación de origen: arte huerco.
En el terreno de la plástica contemporánea Delgado Herbert es el pionero en abordar la violencia sin miramientos. La incorporación de brillantina en sus cuadros es una declaración de principios contra lo políticamente correcto. La brillantina funge como símbolo de lo ostentoso que acompaña a las vidas al margen de la ley. La violencia en Delgado Herbert nunca es sugerida, a diferencia de otros artistas que al observar un tsunami se echan a correr, él da un paso al frente. En un país con más de cien mil asesinados por la lucha contra el narco las sutilezas en torno a la muerte son estériles. La guerra contra las drogas nos imposibilitó para interesarnos por otras historias. La narrativa del poder es la nueva sagrada escritura.
Al convertirse la droga en nuestro primordial conflicto ontológico, el paso natural de Delgado Herbert era explorar el tema que más ha embriagado a nuestra instrucción católica: “La Pasión”. El pasón ideológico primigenio: la crucifixión de Cristo. El tránsito hacia el monte calvario protagonizado por el hijo de Dios es el mismo que sufre México desde que el narco se apoderara del país. Posmo hasta lo óseo, Delgado Herbert desmonta nuestra realidad y la clava en una cruz de simbología. Una serie de imágenes que incomodan. Porque son la traslación fiel al óleo del estado de narcosis que padecemos. El realismo alterado. Que le ha dado un carpetazo al “In god we trust”. Para establecer que el nuevo Dios es el narco. Y el dólar su vehículo.
La pintura alterada de Delgado Herbert, tuneada a base de brillantina, establece lapidaria que los héroes que este país produce provienen del revanchismo de clase. En La pasión los guachos son los romanos. Con el agravante de que el ejército trabaja para el narco. María, Dimas, Gestas, el gobierno, Delgado Herbert, todos trabajan para el narco. El asunto de la droga es una maquinaría indestructible. Ni la religión como concepto puede aspirar a suplantar a la narcocultura como sistema de creencias en el presente. Pero cuando la fe y la narcocultura se aparean nace el fenómeno arte huerco. Que tunea los nuevos valores de identidad. La fe ahora se deposita en los cuernos de chivo. Y la Semana Santa es la eterna disputa sicarios vs el gobierno.
El capo es el nuevo santo. Al que se le reza en vano. Porque el equilibro es inaccesible. Porque su único milagro es la muerte. El arte huerco engloba todas esas errancias. Su plástica pone a taconear a México sobre las tumbas. Las sagradas escrituras ahora se redactan a fuego y plomo. El que a narcocultura mata a narcocultura fenece. En retablos de arte huerco.
Y con Ricardo Delgado Herbert como evangelista apócrifo.

La pasión según Arte Huerco se exhibirá en la estación de metro Copilco durante los meses de abril y mayo. 





No hay comentarios: